Las pinturas, barnices o esporas provocan que el aire de los espacios cerrados sea muy nocivo y convierte a estos sitios en “edificios enfermos”
La contaminación es, no cabe duda, muy perniciosa para la salud. No en vano, se estima que el simple hecho de respirar aire contaminado provocó solo en 2012 la muerte de 3,7 millones de personas en todo el planeta. Sin embargo, cuando aludimos a la contaminación nos solemos referir a la polución del aire que inhalamos en el exterior de los edificios.
Pero, ¿qué pasa con el aire de estos espacios cerrados, como son nuestros hogares y oficinas? Pues que resulta, si cabe, más perjudicial para la salud que el que respiramos al aire libre. De hecho, un nuevo estudio internacional dirigido por investigadores de la Universidad de Surrey en Guildford (Reino Unido) alerta sobre los riesgos que conlleva respirar este aire ‘indoor’ que, en el mismo 2012, fue responsable directo del deceso de 4,3 millones de individuos de todo el mundo.
Como explica Prashant Kumar, director de esta investigación publicada en la revista «Science of the Total Environment», «cuando pensamos en el término ‘contaminación del aire’ tendemos a pensar en tubos de escape y en chimeneas exhalando humo. Sin embargo, hay distintas fuentes de contaminación que pueden tener un efecto muy negativo sobre la calidad del aire, muchas de las cuales se localizan en nuestros hogares y oficinas. Y es que los restos de comida, las pinturas, los barnices o las esporas hacen que el aire que respiramos en los interiores se encuentre por lo general más contaminado que el del exterior».
Síndrome del edificio enfermo.
Por lo general, la población que habita en áreas urbanas pasa el 90% de su tiempo bajo techo, ya sea en su hogar o en su lugar de trabajo. Una situación que se ha asociado al denominado síndrome del edificio enfermo, término acuñado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para definir al conjunto de enfermedades –entre otras, respiratorias y cognitivas– originadas o estimuladas por la contaminación del aire en los espacios cerrados.
Pero si bien cada vez exigimos mayores y más precisas mediciones de la contaminación del aire exterior, no hacemos lo mismo con el que respiramos en nuestras casas y oficinas.
Como indica Kumar, «es esencial que seamos capaces de vigilar la polución del aire de los espacios cerrados para, así, mejorar nuestra comprensión sobre cuándo y dónde estos niveles de contaminación son más perjudiciales y poder adoptar soluciones para hacer que el aire resulte más saludable. En este contexto, nuestro trabajo evalúa el uso de pequeños sensores de baja energía que podrían sernos útiles para conocer los datos en tiempo real y alertar a las familias o a los trabajadores cuándo los niveles de contaminantes son demasiado elevados».
El uso de sensores para medir la calidad del aire que respiramos bajo techo, ¿es tan importante?. Según los autores, sí, «pues a veces la solución es tan simple como abrir una ventana. Pero si no conocemos cuándo hacerlo, esta solución, aun tan sencilla, es simplemente obviada».
Sea como fuere, apunta Kumar, «lo que demandamos con este estudio es que se asegure que la construcción de edificios se lleve a cabo teniendo en mente la necesidad de controlar la contaminación del aire interior. Y según entramos en la era de las ‘ciudades inteligentes’, esta será una manera en la que la tecnología jugará un papel activo en beneficio de nuestra salud».
Cuidar la planificación urbana.
Obviamente, y de manera similar a lo que sucede con la contaminación exterior, la polución ‘indoor’ no es la misma según el lugar en el que se encuentre nuestra casa u oficina. Por ejemplo, vivir al lado de una carretera con tráfico denso provocará que el aire del hogar esté mucho más contaminado.
Como concluye Kumar, «este aspecto tiene importantes implicaciones en la planificación urbana, y deberíamos considerar dónde queremos que se construyan los colegios, las oficinas o los hospitales. Mucha gente ni siquiera es consciente de lo que respiran tanto ellos como sus hijos cuando se sientan cada día en sus despachos o pupitres».