Partiendo de la base de que en nuestra empresa somos conscientes de las enfermedades, daños y trastornos que producen y causan estos animales, la idea de esta publicación y de las siguientes es intentar ayudar a esas personas que lo pasan verdaderamente mal, y lo decimos desde la experiencia de llevar más de 30 años en el sector de Sanidad Ambiental (control de plagas) y el constatar el miedo y ansiedad con el que nos hemos encontrado en multitud de ocasiones con nuestros Clientes. Tanto si las tiene fobia como si no, si las detecta en sus instalaciones o en su hogar, no dude en llamar a Profesionales del Sector debidamente autorizados y tranquilícese, tenemos la solución.
Fobia a las ratas
La fobia a las ratas o musofobia es el miedo excesivo, aversión y rechazo a las ratas o ratones. Tradicionalmente se vinculan con suciedad, podredumbre, y graves enfermedades.
Las personas que tienen fobia a las ratas experimentan terror y repulsión ante la presencia real o imaginada de éstas. Además, su miedo es desproporcionado e irracional respecto al peligro real que suponen estos animales.
Alguien con una fobia severa a las ratas puede llegar a evitar ciertos entornos, e incluso dejar de hacer las actividades que antes hacía. De esta forma su fobia acaba afectando a su día a día, dando lugar a problemas en los ámbitos laboral, social y personal.
También puede llamarse musofobia o surifobia (del francés “souris”, traducido como “ratón”), en el caso en el que el miedo intenso aparezca ante los ratones.
En cambio, si el miedo es a ratones y ratas indistintamente se utiliza “muridofobia” o “murofobia”. Este término se deriva de la subfamilia “Murinae”, que abarca unas 519 especies de roedores.
¿Cómo se diagnostica la fobia a las ratas?
En condiciones normales, no es extraño que la mayoría de personas consideren a las ratas desagradables. Sin embargo, la fobia es una respuesta de miedo más intensa y exagerada de lo normal.
Para diagnosticarla, se suelen utilizar los criterios de fobia específica del DSM-V. A continuación, se describen adaptados al caso de las ratas:
A- Miedo o ansiedad intensa ante un objeto o situación específica (en este caso, a las ratas). En los niños, se observa a través de llanto, rabietas, paralización o aferrarse a alguien.
B- Estos animales siempre o casi siempre provocan miedo o ansiedad de forma inmediata.
C- Se evita el objeto fóbico o hay una resistencia activa a enfrentarlo, acompañado de ansiedad intensa o miedo.
D- El miedo o ansiedad es desproporcionado para el peligro real que plantean las ratas, al igual que su contexto sociocultural. En la mayoría de culturas las ratas están mal vistas, por lo que la ansiedad debería ser muy elevada (comparada con la reacción negativa normal) para considerarse patológica.
– Este miedo, ansiedad o evitación es persistente, y su duración debe ser de seis meses o más.
E- El miedo, ansiedad o evitación provoca un malestar clínicamente significativo o un deterioro social, laboral o en otros ámbitos importantes del funcionamiento del individuo.
F- Esta alteración no se explica mejor por los síntomas de otro trastorno mental, como los debidos a la agorafobia, al trastorno obsesivo compulsivo, al trastorno de estrés postraumático, a la ansiedad social…
Prevalencia de la fobia a las ratas
Existen pocos datos sobre la prevalencia exacta de la fobia a las ratas.
Lo que sí se conoce es que la edad de inicio de las fobias a los animales en general suele ser entre los 7 y 9 años, aunque algunos autores hacen distinciones entre el comienzo del miedo y de la fobia. Por lo general, pasan unos 9 años entre la aparición del miedo y el de la fobia (Bados, 2009).
Según Stinson et al. (2007), la prevalencia global de la fobia a los animales fue del 4,7%. Además, parece ser más frecuente en mujeres, constituyendo éstas entre el 75 y el 90% de los fóbicos a los animales.
Causas de la fobia a las ratas
Las fobias son aprendidas, aunque su origen parece encontrarse en los miedos básicos propios de la evolución filogenética de los humanos.
Hay estímulos que tienden a provocar fobias más fácilmente que otros, como las ratas. Esto se explica con la teoría de la preparación biológica, que defiende que es más probable desarrollar el miedo a estímulos que han representado filogenéticamente una amenaza para la supervivencia de las especies. Ya sea por ataques o por contagio de enfermedades, causando al fóbico tanto miedo como repugnancia (Bados, 2009).
A esto se le suman las variables socioculturales que tienen gran peso en el caso de las ratas. Esto es porque las ratas suelen despertar una preocupación racional acerca de la contaminación de los alimentos y la transmisión de enfermedades. Por lo que es normal que prácticamente en todos los tiempos, lugares y culturas exista un rechazo generalizado hacia ellas.
Estas creencias generales se transmiten a las nuevas generaciones de muchas formas diferentes. Hasta en los libros, películas y dibujos animados (caricaturas) se plasman a otras personas atemorizadas o asqueadas por las ratas.
Principalmente suelen ser mujeres, a pesar de que esta condición está presente en ambos sexos. Quizás este motivo, unido a muchos otros, facilitan que las mujeres tiendan a tener esta fobia con más frecuencia que los hombres. Ya que han aprendido a través de diversos medios, que una mujer “debe” asustarse ante la aparición de una rata, y no enfrentarla.
La fobia a las ratas puede originarse por una primera respuesta de sobresalto (o “susto”) ante la aparición inesperada del animal. Si esta experiencia se vincula directa o indirectamente con aspectos negativos o desagradables, es posible que el miedo se instaure y poco a poco crezca hasta convertirse en fobia.
Por tanto, se produce un fenómeno conocido como “condicionamiento clásico” en el que la persona siente miedo de la rata al crear una asociación entre la rata y un evento negativo que experimentó al mismo tiempo (encontrar al animal comiéndose su comida, dentro de su cama o haberle hecho daño o asustado).
Esto se comprobó en el famoso experimento psicológico de John Watson, el padre del conductismo. Quería saber si los miedos eran innatos o se aprendían, y para comprobarlo seleccionó a un bebé de ocho meses conocido como “el pequeño Albert”.
Presentó ante él una rata, sin producirse ninguna reacción de miedo. Luego, compaginaban la presentación de la rata con un fortísimo ruido que atemorizaba a Albert. Tras pocas repeticiones, el bebé sentía pánico con sólo ver la rata.
Por otro lado, se puede aprender el miedo a las ratas a través de la observación. Por ejemplo, ver a tus padres aterrorizados ante la presencia de una rata u observarlo en una película.
Otro modo de adquirir esta fobia es a través de la transmisión de información amenazante, como anécdotas, historias, o avisos de los padres sobre los peligros de las ratas.
Como vemos, las causas de una fobia son muy extensas, variadas y complejas. Interactúan entre sí y se unen con otras variables como la personalidad del individuo, temperamento, sensibilidad al estrés, susceptibilidad al asco, apoyo social, expectativas, etc.
Síntomas de la fobia a las ratas
Los síntomas pueden variar según el nivel de miedo que posea la persona fóbica. El conjunto de síntomas más característico de la fobia a las ratas es el siguiente:
– Fuerte temor o ansiedad ante la aparición real o imaginada de la rata. El miedo está acompañado por una sensación de asco o repugnancia, aunque parece predominar el temor.
– Miedo intenso, rechazo y asco ante los sonidos emitidos por una rata, sus propiedades táctiles y su apariencia física.
– Reacciones fisiológicas: ante la presencia de una rata, se activa en los fóbicos el sistema nervioso simpático que da lugar a aceleración del ritmo cardíaco, aumento de la presión sanguínea, temblores, respiración rápida y superficial, sudoración, etc.
También se acompaña de activación parasimpática, que ocasiona los típicos síntomas de asco como reducción de la temperatura de la piel, boca seca, náuseas, mareos, o malestar gastrointestinal.
En casos más graves, estas reacciones aparecen, aunque algo más suaves, ante la imaginación de la rata, o la visualización de un vídeo o una foto donde aparece.
– Las reacciones cognitivas suelen ser pensamientos negativos de anticipación. Suelen ser muy rápidos y la persona apenas es consciente de ellos. Normalmente los fóbicos imaginan incontrolablemente situaciones temidas, como el movimiento o acercamiento de la rata, ésta trepando por su cuerpo, mordiéndole, etc.
Es posible que en el plano cognitivo el individuo también tema a otras situaciones asociadas o referentes a su miedo exagerado, como miedo perder el control, a hacer el ridículo, hacerse daño, sufrir un ataque cardíaco, desmayarse, o tener una crisis de pánico.
Al mismo tiempo, aparecen otros pensamientos, como buscar la manera de huir o evitar que se produzcan las situaciones fóbicas imaginadas. Esto da lugar a las reacciones conductuales.
– Reacciones conductuales: se trata de comportamientos de búsqueda de seguridad o defensivos que tienen el objetivo de prevenir o disminuir las supuestas amenazas y reducir la ansiedad.
Algunos ejemplos serían escapar, situarse cerca de la puerta para huir más rápido, evitar pasar cerca de alcantarillas o tiendas de animales, pasar el menos tiempo posible un lugar donde en el pasado han visto a una rata, pedirles a otros familiares que tiren la basura para no acercarse a los contenedores, etc.
Generalización de la fobia
Normalmente todas las fobias experimentan un fenómeno llamado “generalización”. Esto significa que las respuestas de terror y ansiedad comienzan a aparecer también ante estímulos parecidos al fóbico. De esa manera, los miedos se van extendiendo a situaciones y estímulos que anteriormente no lo provocaban.
Por ejemplo, una persona puede tener miedo exclusivamente a tener una rata cerca suya. Más adelante, puede sentir ansiedad con sólo ver una foto o imaginar su presencia. Incluso es frecuente que al cabo del tiempo los síntomas aparezcan ante otros roedores similares.
En el famoso experimento del pequeño Albert que anteriormente mencionamos, también se observó el fenómeno de la generalización. Una vez aprendido el miedo a las ratas, comenzó a mostrar las mismas conductas de miedo ante la presentación de un conejo, un perro y un abrigo de piel.
Nuestro mecanismo de aprendizaje nos permite relacionar los elementos parecidos al temido, con el objetivo de reaccionar a éstos y mantener nuestra integridad y supervivencia. Aunque en este caso, no es adaptativo y cada vez potencia más el miedo a las ratas.
También se sabe que, evitar los lugares donde puede haber ratas, huir de ellas, o no ver vídeos o fotos donde aparezcan; se consideran conductas que magnifican el miedo y que aumentan el proceso de generalización de la fobia. Como se explicará más adelante, la mejor manera de tratar la fobia a las ratas es a través de la exposición.
Tratamiento de la fobia a las ratas
A diferencia de otras fobias, como la claustrofobia o la fobia a la sangre o heridas, no se suele buscar tratamiento para la fobia a las ratas. El motivo es que esta fobia normalmente no impide una vida normal, sobre todo si el fóbico se mueve por lugares donde raramente coincide con ratas.
Es más frecuente que soliciten tratamiento aquellas personas que están “obligadas” a permanecer en un entorno donde estas criaturas pueden aparecer con algo más de frecuencia. Por ejemplo, en ciudades calurosas, o en lugares donde hay basura o comida.
Por otro lado, si el individuo pasa mucho tiempo expuesto a las ratas, como trabajar en una tienda de animales, lo más normal es que no desarrolle la fobia o que, si existe un miedo inicial, se suprima.
Sin embargo, es importante que las fobias se traten porque si no, es posible que se generalicen o se hagan cada vez más fuertes.
La mejor forma de superar la fobia a las ratas es a través de la exposición, principalmente en vivo. Aunque también puede hacerse exposición imaginada, con realidad virtual o con una combinación de éstas.
En primer lugar, la persona fóbica debe elaborar, con ayuda del psicólogo, una lista ordenando de menor a mayor miedo todas las situaciones fóbicas que teme.
Esta lista jerárquica debe ser personalizada y estar lo más detallada posible. Por ejemplo, puede ir desde “ver un vídeo sobre ratas” hasta “encontrarme una rata dentro de mi despensa de comida” dependiendo de los miedos concretos que cada persona tenga.
Una vez identificadas estas situaciones que producen miedo, van a intentar provocarse, pero bajo un contexto seguro, con menor intensidad y estando el paciente lo más relajado posible.
El objetivo es que se produzca la extinción de las respuestas condicionadas de ansiedad, al presentarse de manera repetida el estímulo fóbico (la rata) sin las consecuencias aversivas o desagradables.
Así, la persona puede exponerse relajada a ver primero imágenes de crías de ratones adorables, pasando por vídeos donde la rata se ve con poco detalle y de lejos, luego ver a una rata dentro de una jaula, etc.
El secreto es ir poco a poco aumentando la dificultad hasta que el miedo vaya desapareciendo. Un fenómeno llamado habituación, que consiste en “acostumbrarte” al estímulo fóbico a través de exponerte a él, va reduciendo la activación fisiológica y emocional ante dichos estímulos.
Normalmente la exposición puede complementarse con técnicas de relajación, sobre todo en personas que tienen niveles muy elevados de ansiedad.
En el caso en el que los fóbicos sean reacios a la exposición en vivo, se puede utilizar la exposición en imaginación, que es un poco menos efectiva, o a través de realidad virtual.
En la primera, después de una sesión de relajación, el paciente debe esforzarse para imaginar con total nitidez y detalle las situaciones temidas que el psicólogo le va a relatar. Al igual que la exposición en vivo, ésta también se hace como una jerarquía.
En cuanto a la realidad virtual, es un método relativamente reciente que está dando muy buenos resultados para las fobias. Es posible personalizar el programa para adaptarse a las fobias a las ratas, y es más atractivo que otro tipo de exposición para la mayoría de los pacientes.
Referencias
- American Psychiatric Association (APA). (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition (DSM-V).
- Bados, A. (2005). Fobias específicas. Barcelona. Universidad de Barcelona. Recuperado el 16 de noviembre de 2016.
- Epidemiologic Survey on Alcohol and Related Conditions. Psychological medicine, 37(07), 1047-1059.
- Fear of mice. (s.f.). Recuperado el 16 de noviembre de 2016, de Wikipedia.
- Musofobia. (s.f.). Recuperado el 16 de noviembre de 2016, de Fobias.net.
- Stinson, F. S., Dawson, D. A., Chou, S. P., Smith, S., Goldstein, R. B., Ruan, W. J., & Grant, B. F. (2007). The epidemiology of DSM-IV specific phobia in the USA: results from the National
- What is Muriphobia?(s.f.). Recuperado el 16 de noviembre de 2016, de Common Phobias.
- You Can Stop Your Fear Of Rats. (s.f.). Recuperado el 16 de noviembre de 2016, de Just Be Well.